En el corazón de esta oficina de 3 metros de ancho por 15 metros de largo, se encuentra una narrativa arquitectónica que fusiona la funcionalidad contemporánea con la estética industrial. La singularidad de este proyecto se revela en su diseño audaz, donde el espacio se erige como una obra de ingeniería visualmente impactante y funcional.

La disposición interior es meticulosamente concebida para optimizar cada centímetro cuadrado. La oficina principal privada, la recepción y las dos oficinas abiertas conforman un entorno laboral dinámico, mientras que el área de cocina y el espacio de recepción añaden un toque de comodidad y versatilidad para los usuarios.

El edificio, dividido en dos volúmenes, desafía las expectativas convencionales. El primero alberga el acceso con una escalera y un medio baño, estableciendo una conexión tangible con el suelo. El segundo volumen, suspendido a una altura de 2.20 metros, se conecta mediante un puente que agrega una dimensión única al espacio, imitando la gracia de una grúa industrial. Esta elección no solo crea una experiencia visualmente intrigante sino también maximiza el uso del suelo y proporciona un respiro arquitectónico.

La inspiración industrial se refleja en la elección de materiales aparentes. El concreto, el acero y el cristal se entrelazan para formar una paleta de tonos neutros y texturas robustas, evocando la esencia de un entorno fabril. Esta elección de materiales no solo enfatiza la durabilidad y la practicidad, sino que también otorga a la oficina una elegancia industrial contemporánea.

En resumen, esta oficina se erige como un testimonio del matrimonio armonioso entre diseño industrial y funcionalidad sofisticada. La elevación suspendida, el puente y la elección de materiales convergen en una declaración arquitectónica única que desafía las convenciones, creando un espacio de trabajo que no solo es estéticamente intrigante, sino también adaptable y eficiente.